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4.- Crecimiento demográfico y transformaciones agrarias y urbanísticas.

Durante el siglo XVIII continuó la llegada de más familias procedentes de la huerta de Gandía. Este crecimiento demográfico provocó transformaciones agrarias y mejoras urbanísticas, al tiempo que estimuló la lucha de la población en los tribunales contra el monasterio para consolidar los derechos de propiedad sobre las casas y las tierras.

Las transformaciones agrarias se iniciaron en la década de 1720.

La primera afecto a La Drova. El monasterio decretó que fueran plantadas 300 hanegadas de vid, con higueras, nogales y almendros; y que su explotación quedara bajo el control directo de los monjes mediante la contratación de jornaleros, por lo que La Drova volvía a convertirse en una granja.

La segunda afectó al cambio del sistema de partición de las cosechas en Barx. Al observar la conversión de parte del secano en regadío, el monasterio exigió percibir la cuarta parte de la producción de la huerta si esta recibía dos riegos al año, aunque conservó la partición de la sexta para el secano.

La tercera consistía en la orden de arrancar todos los olivos y árboles frutales antiguos de Barx, que fueron sustituidos por viñedos.

La cuarta, otra vez en La Drova, en la segunda mitad del siglo, consistió en la construcción de una balsa de agua, al lado del azagador, para convertir en regadío una parte de las tierras cultivadas.

La primera mejora urbanística se llevó a cabo en La Drova, mediante un decreto de 1722,  que mandaba construir una casa para que los animales y los criados –por este orden– tuvieran un lugar donde refugiarse y descansar. A finales de siglo, la casa fue ensanchada, elevada y embellecida con un reloj de sol en la fachada, que lleva fecha de 1799.

Barx también experimento diversas actuaciones urbanísticas. El pueblo se expandió fuera de los límites de la construcción de 1651, hasta disponer de treinta y cuatro casas, dos plazas y diversos corrales. Para el abastecimiento de la población, se canalizó el agua de la fuente del Racó, que lleva inscrita la fecha de 22 de noviembre de 1799. También se edificó un calvario y probablemente, por sus características, también es de esta época la imagen de la Divina Pastora, patrona del pueblo.

Otra construcción, esta de carácter mercantil y bajo la explotación directa del monasterio, fue la Nevera, un pozo de planta circular que se destinaba al almacenamiento de la nieve caída en invierno. El comercio de la nieve era una fuente de ingresos importante para el monasterio.